martes, 26 de marzo de 2013

De amor y esas cosas


 Me doy el lujo de ser “cursi” contigo porque es lo que me has enseñado a hacer: Mostrar la ternura a quienes en verdad lo merezcan, a quienes quieras; y tú, cariño mio, eres quien más lo merece, eres a quien más quiero.
Extraño todo aquello que no puedes darme, y el dolor incipiente de despertar y no verte, la paz que era entre mis piernas tenerte, la pasión que se desenfundaba mientras las ropas caían, y el goce…el goce y la ironía, amor mío, tan tuyos y tan míos, salados y amargos, placenteros y dolientes, como los orgasmos que le producías a mi mente. En resumidas cuentas te extraño, alma vacía, corazón psicópata, mente volátil, con todo lo tuyo, ajeno a lo mío.
Tengo las piernas marcadas por tu ausencia y los labios carcomidos por la ansiedad; los ojos se me han hecho agua y mi vientre pregunta si vendrás. ¿Dónde? ¿Dónde andarás, orejón maldito, que no te logro encontrar?. Te pierdes y regresas, como pájaro al nido, exigiendo libertad. ¿Qué quieres de mi, que no te haya dado ya? Me consumes y me quemas, me apagas y ya no hay más.
 …
 Y me quedo con las ganas, con la estúpida manía circular en los alrededores y decirle a la gente que te extraño, y morderme noche a noche los labios, esperando a que regreses, que me llames y me digas que me quieres. Y luego pienso en ti y me siento como un gato; he vivido más de una vida contigo, sin ti, juntos, separados, alejados y cercanos; con café y tequila, limones y heridas, sal en las llagas y amor en los labios y es por eso que quizá me los muerda tanto. Y le contesto a mi ansiedad enrabiada que tema a una vida no vivida.
Yo no sé que tanto sepas de mi, pero espero que sepas que te quiero. Tú me emocionas, me encantas, me excitas, me embriagas, me enganchas, me emanas, me ensucias, me energizas, me erotizas, me engarzas, me eslabonas, me esparces, me estremece, me embraveces, me enamoras…y son sólo las palabras con “E”. Tú me antojas amores con costo –ya no baratos, ya no de ratos, no-, largos y lentos, pausados, atentos, candentes y tiernos; de esos en los que sobran caricias y se excede el placer, en los que las mentes se fusionan creando un solo ser.
 …
 Hay noches en que, juro, incendiaría el cielo con tal de tenerte cerca, con tal de poder sentir tus dedos en mis labios y susurrarte al oído cuánto te amo, cuánto te extraño.
Admito que me gusta también cuando la gente nos rodea y me desnudas con la mirada, porque, lejos de arrancarme las ropas mentalmente, me arrancas las palabras y eso es algo que pocos hacen. Se que nada es eterno, pero sé que te amaré incluso más de lo que esto nos dure.
Y al otro día me encuentro contigo: Ven, acompáñame esta tarde, tomemos nuestras manos y bebamos un café –dos, tres…-. Esperemos a que llegue la noche y curemos, beso a beso, las heridas que el pasado nos dejó; sanemos con caricias lo que la calle nos marcó, borremos los recuerdos. Seamos sólo tú y yo.
Para el frío del cuerpo, café. Para el frío del alma, tu amor…